Comentario
La agresión del gigante soviético a la pequeña Finlandia ha levantado oleadas de protesta en todo el mundo y especialmente en Europa, y ha atemorizado a los países bálticos escandinavos. Los europeos, desorientados en un primer momento, reaccionan pronto, mucho más pronto que ante la agresión de Polonia y mucho más intensamente. Los esfuerzos europeos para ayudar a los finlandeses son enormemente mayores que los desplegados para defender a Polonia. El anticomunismo hace milagros, y material, propaganda, apoyo diplomático, voluntarios llegarán, como veremos, a Finlandia. Se formará incluso un frente anti-soviético -léase anticomunista- que encabezarán Gran Bretaña, Francia, Italia y Hungría. Casi se llegó a olvidar, recuerda Petácco, que se estaba en guerra con Alemania, y no con la URSS; y, dice Westwood, todo ello contrastaba con la apatía anterior en el caso polaco.
A lo largo de los tres meses de conflicto, y pese a estar condicionada por diversos factores, la ayuda a Finlandia llegará con relativa abundancia y se producirá una verdadera intervención extranjera con alguna semejanza de la guerra civil española. Esta guerra será también bastante dróle, pero bastante menos Sitzkrieg que la del oeste.
Estados Unidos, neutral en 1939, es el principal apoyo de Finlandia y el mayor enemigo ideológico de la URSS. Aquí se crea un Comité de Ayuda a Finlandia, presidido por Hoover, que va a canalizar la ayuda del presidente Roosevelt y la privada.
La colonia finlandesa y su lobby enviaron mucha ayuda. La Prensa se volcó en favor del país agredido. Gran Bretaña temía a Hitler y a la guerra, tenía simpatías hacia Finlandia, pero no deseaba irritar a la amiga URSS. Lo mismo sucederá en Francia, que se mostrará, con todo, más partidaria de una acción militar contra los bolcheviques. Los países escandinavos estaban, lógicamente, preocupados. En un primer momento apoyarán con material y voluntarios a Finlandia; Suecia será canal oficioso durante el conflicto y hará de mediador en las conversaciones de paz, pero acabará negándose, a partir de febrero sobre todo, junto con Noruega, al permitir el tránsito de tropas extranjeras por su territorio. El comportamiento de ambos países será el más digno y el menos contaminado por la paralela guerra ideológica.
Fueron muchos los planes para atacar a la URSS. Hubo presiones de los aliados sobre Hitler (éste es un campo que no ha sito tocado por los historiadores, como dice Petacco) para desviarlo hacia la URSS, pues "era la ocasión para Occidente de acabar con los bolcheviques", como deseaban los británicos. De este intento occidental se sabe apenas lo que explicó el ministro alemán Speer: "Hitler no tenía intención de ayudar a los finlandeses, pese a que los alemanes eran solidarios con Finlandia, porque, por el momento, le era más conveniente su pacto con la URSS, que les iba a permitir conquistar el oeste sin problemas en el este". La única preocupación de Hitler eran las consecuencias estratégicas y el riesgo de ser atacado por detrás -ésta será una de las razones de sus ataques a Dinamarca y a Noruega-. Mussolini, en cambio, era partidario de "hacer algo" y de "desviar" la guerra del oeste al este (carta a Hitler del 3 de enero de 1940): "en el oeste es preferible la paz, también porque podía entrar en guerra Estados Unidos". De lo que no hay duda, es de que Hitler habrá reflexionado largamente sobre la propuesta...
En cuanto a los aliados, éstos se preparan para el ataque a la URSS. El Sunday Times sugiere bombardear los pozos petrolíferos de Bakú -de la URSS, un país aliado-. Un periodista de Associated Press, D. Middleton, comentaba: "En muchos ambientes británicos se afirma que en primavera marcharemos todos contra los rusos. Incluidos los alemanes, naturalmente". En enero-febrero se planeó un ataque por Petsamo, en el que intervendrían también exiliados polacos, que fue vetado por Londres. Un plan para bloquear el puerto soviético ártico de Murmansk quedó en suspenso.
Otro ataque debería ejecutarse a través de Turquía y el mar Negro, contra Crimea y el Cáucaso, partiendo de Siria -francesa-, donde el general francés Weygand había sido enviado con 100.000 hombres desde el comienzo del conflicto: "penetraría en la URSS", decía el general, "como el cuchillo en la mantequilla".
Mientras, se formaban los primeros contingentes de voluntarios para apoyar a los finlandeses. Lady Astor organizaba los reclutamientos, y el hijo de Roosevelt, Kermit, fue puesto al mando de un cuerpo finlandés-americano. Los suecos enviaron dos batallones, y llegaron a Finlandia voluntarios británicos, daneses, húngaros, etc.; todos ellos entraron en combate en varios puntos.
Los suministros de material y dinero fueron importantes. Algunos tomaron el aspecto de compras al exterior, para evitar violar la neutralidad finlandesa. Las armas que no se habían encontrado para Polonia, nos dice Battaglia, llegaron a Finlandia: unos 300 aviones (no todos acabaron siendo entregados), 700 cañones, 5.000 ametralladoras y otro material, enviado por Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña sobre todo, pero también de Italia. Sólo los Estados Unidos enviaron 30 millones de dólares -10 el gobierno y el resto la banca privada-.
La semipausa de enero-febrero ha ayudado a los soviéticos. Estos han hecho experiencia a su costa y cambian de táctica. Hay que contrarrestar a la guerrilla. Y nada de penetraciones relámpago con vehículos que acaban no pudiéndose mover. Los soldados soviéticos van a mejorar su adiestramiento, los mandos son más competentes. La coordinación también mejora, y bombardeos mucho más eficaces preceden los ataques. Los soviéticos abandonan las operaciones masivas en otros frentes para concentrarse en el istmo, donde es más fácil moverse y donde se hallan los centros vitales finlandeses. Se aumenta el número de soldados, llega al frente del istmo el XIII ejército. Las fuerzas del frente norte son colocadas bajo el mando del mariscal Shtern; las del frente sur, bajo el mariscal Timoshenko, uno de los mejores generales soviéticos. Ya en las últimas batallas de la primera etapa de la guerra, sobre todo en la de Kuhmo -finales de enero-comienzos de febrero de 1940- los soviéticos habían sido derrotados, pero habían resistido mejor y no todo había sido fácil para los finlandeses.